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martes, 25 de agosto de 2009

Swamp Thing: Un grito en el pantano 4/7


¿Cómo te enfrentarías a un vegetal que no te puedes comer?


Ése fue el problema que afrontó Alan Moore tras invitarlo Len Wein a guionizar la serie. Disyuntiva que solucionó al mezclar elementos presentes en la colección con aspectos constantes en su obra.
A la vez, supo escuchar las opiniones y sugerencias literarias de los ilustradores del cómic, los cuales en muchos momentos colaboraron activamente en el argumento. Colaboración definida por los implicados como una placentera experiencia de sexo comunitario. Tampoco conviene olvidar a la editora de la serie, Karen Berger, quien ofreció Sandman a Neil Gaiman y lanzó el sello Vertigo.



En enero de 1984 Moore desembarca en la serie con Loose Ends, atando una serie de cabos sueltos narrativos.
No faltan voces que definen la vida en la Inglaterra post Segunda Guerra Mundial, como la de una Norteamérica en las sombras; lo que explicaría la seguridad con la que los británicos opinan sobre la sociedad yanqui —casi la misma vanidad con la que las mujeres prejuzgan a los hombres—. El siguiente capítulo, La lección de anatomía, marca el comienzo de su estrecha relación con Bissette y Totleben. El guionista calificó su trabajo posterior como un lento descenso, al coronar con La lección... su cota narrativa en la serie. La condición vegetal de Swampy —planteada en el segundo episodio del primer volumen, al descubrir Arcane sus características vegetales y la no-funcionalidad de sus órganos humanos—; o su carácter vengativo —mostrado al liquidar a los asesinos de Linda— fueron avivados por un personaje olvidado en la DC: El hombre florónico. Esta recuperación de elementos ajenos se plasmó en el homenaje de Bissette y Totleben al trabajo del ilustrador Saul Bass para la película Anatomía de un asesinato (Otto Preminger, 1959).
DC Comics ofrece de manera gratuita este ejemplar para su descarga en formato pdf, así que quizás te apetezca leer el tebeo digitalizado.


Los episodios posteriores enraízan al personaje en el Universo DC, al incluir a La liga de la justicia en unas desventuras que transmiten la necesidad de respeto al ecosistema, recurriendo a la amenaza de una respuesta agresiva de la naturaleza a nuestras constantes acometidas medioambientales. Del 25 al 27 asistimos a un enfrentamiento de Swampy con los monstruos de la razón, contando con la ayuda de Demon —el cual escudará en futuros entuertos al triste caballero de la ciénaga—; a la vez que vemos como la relación entre Abby y La cosa florece.

Tras el ST 28, dibujado por Shawn McManus, con el simbólico entierro de Alec; nuestro Orfeo baja a los infiernos en búsqueda de su Eurídice a la que su tío Arcane —utilizando a Matt Cable— había llevado al reino de Hades. En su descenso dantesco (del 29 al 31 y el segundo anual), Swampy cuenta con la ayuda de varios virgilios —Deadman, Phantom Stranger, Etrigan y Spectre— logrando la salvación de su Beatriz, y la paz de espíritu, plasmada en el encuentro con los Holland.
En Pog, ilustrado por McManus, aparece un sentido homenaje al personaje Pogo creado por Walter Kelly en 1942 como tira de prensa dominical. Moore aprovecha para plasmar su teoría sobre la inexistencia de utopías pero la necesidad de buscarlas— ¿se acuerdan de un artículo, presente en este blog, sobre los WildCats?—. En el 34 Abby desoirá a su cerebro, y deja que, con la primavera, aflore el amor en su corazón. El 35 y 36 presentan un alegato contra los vertidos radiactivos. La denuncia del ficticio narrador múltiple —asistimos al deambular de una especie de Chernobil andante y su interacción en las vidas de personajes aparentemente inconexos— fue apoyada en recortes reales de prensa. La indefensión frente al peligro nuclear se manifiesta en la muerte del héroe, la persistencia de la amenaza en un final abierto.

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