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domingo, 25 de octubre de 2009

Érase un dios a un martillo pegado 1/4

El presente artículo está basado en una relectura partidista de los primeros 25 números y dos anuales del cuarto volumen —que no mundo— de la serie El poderoso Thor, en su ya caduca explotación por parte de la editorial Planeta. A falta de rayos y truenos, el repaso de estas páginas me ha proporcionado tranquilidad y buenos alimentos.
Emociones fuertes buscarlas en otra composición.

Born Again


Una de las decisiones menos afortunadas que Marvel ha tomado en su laaaaaaaarga historia de laudos inlaudables fue aprobar Heroes Return; proyecto consistente en cerrar varias colecciones clásicas con bajo nivel de ventas, relanzándolas con nueva numeración y absurda fe ciega en algunos de los hijos pródigos de la editorial. Vamos, algo tan ridículo como confiar en que Espinete deje de pincharte cuando lo abrazas; ¿acaso no es un puercoespín, pues siempre te acabará pinchando?



Si existe un registro de partos artísticos desafortunados, el propiciado por Jim Lee y Rob Liefeld encabeza los realizados en el paritorio de los Cómics. El origen de héroes y villanos fue alterado y, pese a la presencia de autores como James Robinson o Walter Simonson, el todo vale con tal de vender impulsó este despropósito al precipicio editorial; alud que afectó doblemente a Thor como personaje y como colección.
En su condición de miembro del grupo Los Vengadores, experimentó un revivir indigno tanto de un dios como de un mortal. El Dios del Trueno reapareció en el primer número de “The Avengers” (Vol. II), colección en la que Kurt Busiek lo presentaba habitualmente como un ser de mucho músculo y poco cerebro; uno de esos zorolos que tanto les gustan a las estudiadas chicas estudiosas.

El asgardiano no contó con serie propia que mal contara sus gestas; retomándose el título de ”Journey Into Mistery” —colección en la que el asgardiano dio sus primeros martillazos en el número 83— que continuaba la numeración de la serie en la que había caído ante Onslaught (502). Planeta publicó los trece números de este proyecto de Thor sin Thor, en formato comic-book y como serie limitada (Los dioses perdidos).
Tom DeFalco y los Deodato Studios desarrollaron una trama apuntada con anterioridad: Odin, temeroso de que el Ragnarok acabase con los dioses, les asignó identidades mortales, y los envió la Tierra inconscientes de su condición divina. Contaba con la ayuda de su hijo para, una vez pasada la amenaza, poner en orden las cosas; pero su retoño, tan dado a proteger a Midgard, acudió en defensa de ésta desapareciendo en el citado combate frente a Onslaught.

El protagonista de estas aventuras es un Odin sin poderes y convertido en acólito de Baco, quien verá cómo una siniestra organización intenta eliminar a los desmemoriados asgardianos. Por lo que se convierte en un barrigudo ”YamesVón” que combate amenazas “spectrales”.
La serie protagonizada por la deidad nórdica se retrasó en medio año respecto a las de sus compañeros de exilio; quizás por aquello de que en la peluquería no acababan de dar con el tinte apropiado para las mechas de su poblada melena. Dan Jurgens fue seleccionado como guionista; siendo polémica desde el principio su elección. No era el candidato inicial —Walter Simonson rechazó el ofrecimiento—, y su propuesta compitió con las de guionistas más valorados, como el supravalorado Peter David.

El pasado editorial de Jurgens —marcado por su vinculación con La muerte de Superman, o el intento desmedido por redefinir el Universo DC en Hora Cero— y su vínculo con Rob Liefeld —uno de los personajes más controvertidos de la Industria del tebeo— tampoco contribuían a garantizarle una agradable acogida.



2 comentarios:

Gracias por tu lectura comentada.

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