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Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre

martes, 15 de junio de 2010

Las ilusiones perdidas 01

Se ha acabado la serie televisiva Perdidos. Su desenlace ha sido desmesuradamente decepcionante, como sólo lo puede ser un final que no finaliza nada. Tan decepcionante como ese “Te mereces a alguien mejor” que, tras oírlo, nos lleva a dejar todas las puertas abiertas a quien no quiere entrar en nuestra vida, si no salir de ella. Un desenlace que nos mantiene enlazados es tan inútil como un cuchillo romo, tan desconcertante como una llamada muda.

Quizás sea el signo de los tiempos eso de evitar tomar posiciones concretas que puedan ofender a los de natural ofendible. Al igual que la rapiña de todo voto incauto lleva a los políticos a no opinar sobre lo no encuestado, quizás fue el respeto a las elucubraciones de sus espectadores lo que llevó a los desorientados guionistas de Perdidos a no trazar una salida al laberinto creativo que habían creado, por eso de no ser tan confinados como para mapear Los ilimitados reinos de la Imaginación.

¿Qué “El humo negro” era resultado de la acción contaminante de “Los otros”? Eso ya lo excusó el barranquista de Obama, gran pateador en la distancia de culos británicos. ¿Qué en La Isla no se pueden tener niños? Eso ya lo preconizó la desigual Aído con su antes ponerse tetas que tirar de las carretas del parto. ¿Que en Dharmalandia los malos son buenos y las que están buenas están muertas? También en este dolor llamado Spain la Derecha defiende los intereses de los trabajadores y los sindicatos los del Gobierno. El mundo al revés… ¿nos hemos perdido algo?

Pues sí, creo que un asunto muy nimio: la cosa está muy malita con esto de la Crisis como para ir dando disgustos a la gente. De hecho, no me extrañaría que en el Mundial futbolero, acabasen todos empatando y nadie perdiendo, para así evitar disgustos y el que no reciba un premio por goleador lo tome por goleado. Y es que en su concluir, con la serie pasó como con la Política —que no deja de ser el mayor de los teatros— y se impuso el “café para todos”. Algo que de haber sido bebible —ya que el resultado resultó intragable— se hubiera agradecido a esa hora de emisión catódica, tan poco católica, en la que sin la excitación de la cafeína y dado el marasmo de lo que se emitía, uno podía pensar que estaba viendo una programación naif de Pocoyó por La 2 o una redifusión sandunguera de Astro Show por Factoría de Ficción.

Acabar no acabó NADA, ni el mayor de los misterios:

¿Cómo hemos podido dedicarle 5 años a preguntarnos qué significaban los números 4, 8, 15, 16, 23 y 42 cuando somos incapaces de recordar un simple número de móvil? ¿Por qué le hemos dado tantas vueltas a la ubicación de La Isla, cuando la mayoría somos incapaces de situar Palencia en un mapa? ¿Qué tenemos los calvos, a parte de atractivo, para que siempre nos pinten de malos?

En estos 5 años, podría haber estudiado derecho, haberme hecho un hombre de provecho y llevarte a ti al lecho… ¡Pero no, me dio por ver Perdidos! Quizás por eso empezaron a jorgejaviear Sálvame, para rescatarnos del síncope intelectual resultante de la suma de viajes en avión con viajes en el tiempo.

Además, a alguien tan versado en desenlaces abruptos e inesperados como yo, no le debería haber sorprendido esta astracanada. Lo mismo que hay pimponudas con las que confundo el amor con el deseo, quizás en esta serie lié el “final” con el “fin”. Y es que está claro que el fin de sus creadores no era dar final a su relato; y sí el continuar rentando el sin fin de opciones abiertas para su inusual relato insular. Ahora, anuncian que los compradores de la edición en dvd de la sexta temporada disfrutarán de 20 minutos de metraje exclusivo que ¿solventarán dudas? Dentro de poco, seguro que los felices consumidores de un japimil verán fritas en cada una de sus patatitas las ignotas palabras que Sawyer susurró antes de deshelicoptearse. Y es probable que, a cambio de una suscripción anual al Canal Cocina, nos vayamos enterando de las mejores recetas de La Isla. ¡Y es que le debemos tanto a ese apóstol del peseterío llamado Jorgelucas, que comenzó su conversión en una galaxia muy lejana!

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