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Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre

sábado, 20 de noviembre de 2010

Devorador de mundos I


No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, sino que apura el recurso hacedero.

Pindaro

Los humanos no somos androides que sueñan con ovejas eléctricas. Los androides no son humanos que fantasean con cuerpos plásticos. Humanos y androides coincidimos en una quimera: la de alcanzar la inmortalidad.

Si nos hacemos viejos es porque, a la vez, estamos haciendo otras cosas, principalmente vivir. Cumplir años es recolectar experiencias. Pero desdeñamos aquellas que nos hablan de lo que no queremos. Pues, si nuestro corazón es delator ante la Belleza, nuestro ánimo es ingrato frente a la Realidad del espejo. El mundo es nuestra ostra y en la seguridad de nuestro entorno erigimos nuestra cúpula de placer.


Al percibir los primeros visos de envejecimiento, los asociamos a signos de deterioro y negamos su existencia mediante el recurso al exceso. Creemos que el Vivir más deprisa hará que la Muerte tarde en encontrarnos. Algo así como el engaño con el que Sísifo intentó burlarse de Hades. Aunque se nos olvida cuán dolorosa fue su penitencia por creerse por encima del Destino. Presos de nuestro afán por sentirnos jóvenes prolongamos las noches hasta el mediodía, confiamos en que los estimulantes químicos cumplan cuando no nos estimula lo físico o buscamos en Internet voces con las que revivir falsos recuerdos.

Cuando el Destino nos alcanza, nos domina la ira de los justos frente a la injusticia del envejecer; pues uno siempre es demasiado joven para morir tan viejo. Impelidos por la furia del viento emprendemos la búsqueda de un Creador que nos ha abandonado cuando más lo necesitamos. Tras el fracaso en nuestra batida, a unos los invade la calma y esperan el final mientras disfrutan de lo cotidiano, de ese milagro de Vida presente en una caricia, una taza de caldo o una almohada mullida. Otros convierten la ira en rencor; y vuelcan su frustración en los demás pues ven un golpe en cada caricia, un purgante en cada caldo y una piedra en cada almohada.

ADELANTE

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