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Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre

jueves, 26 de febrero de 2015

Este jueves: Cancionero

Después de mi grata experiencia con el grupo de relatos de los jueves, que descubrí hace una semana a sugerencia de El Demiurgo, caigo en el placer de la reincidencia. 






Gracias por sugerir un tema tan sugerente, Juan Carlos.

Podéis encontrar los temas de nuestro cancionero en esta entrada









Hola, este relato forma parte de la antología «Nada ha sido probado», disponible en Amazon por 0,99 €.
Gracias.

martes, 24 de febrero de 2015

Mi pasión por la escritura es tan renovada como apasionada



Como escribí hace dos días: Por suerte no estoy solo.
Me siento muy vivo, aunque el silencio/desinterés que personas cercanas a mi piel mantienen sobre mis inquietudes creativas, bien podría llevar a creerme que me he vuelto invisible. Y es que ante su ignorancia me siento como su fuera uno de esos mendigos a los que no miramos cuando pasamos a su lado, y de los que despreciamos hasta el “Buenos días” con el que nos saludan.


Por suerte hay personas ajenas a mi piel que son cercanas a mi ánimo; personas a las que les importa lo que imagino y cuento. Ahí están, por ejemplo, AtHeNeA y Maduixeta. Las dos me están prestando una gran ayuda al haberse ofrecido a leer de forma serializada los treinta y tres capítulos de mi novela Buscando el olvido. Y lo están haciendo en su tiempo y a su manera: cada una a su ritmo, cada una con su sensibilidad; pero las dos unidas en compartir su opinión sincera con cariño y con esmero.

Me llama la atención el que ambas coincidan en disculparse por temer infundadamente que sus opiniones me molestan; cuando en realidad no sólo me están haciendo un favor, ante todo me están haciendo sentir un cariño que hace que yo me quiera más. Me dan más de lo que espero de ellas; y yo aun no sé cómo compensarlas.



Quienes conozcáis los blogs de Maduixeta y AtHeNeA –y si no es así, os invito a que dejéis de leerme y los visitéis; para comprender que lo que cuento es verdad– sabéis de su sensibilidad exultante y de su prosa concisa. En sus textos leéis a corazones que sienten y mentes inquietas. Os encontráis a dos mujeres tan diferentes como sólo lo pueden ser dos personas que viven y escriben en libertad.

Ahora que ya las conoces, amigo lector, comprenderás mi suerte al disfrutarlas como atentas lectoras; y entenderás mi delicia al leer sus correos. Cartas donde se trasladan al mundo en el que callejean mis personajes y caminan a su lado. Cartas que me dirigen a mí, como padre de las criaturas, preocupándose por el devenir de mis hijos imaginados.

Me siento tan emocionado como honrado de contar con el interés lector de AtHeNeA y Maduixeta. Es más: me siento sorprendido de que esto me esté pasando y me pregunto si no estaré profundizando en una de mis ensoñaciones.

Y es que hace apenas dos años esto no estaría pasando. Me temo que ni siquiera hace dos meses lo habría permitido: ¿Compartir el gran Nino Ortea sus intereses con dos desconocidas desinteresadas? ¡Nunca sin cobrar a cambio, como menos, una libra de carne!

De repente he comprendido lo equivocado que estaba respecto a muchos aspectos; de repente me arrepiento de conductas que se convirtieron en vicios y de momentos que han durado media vida. También lamento comportamientos negativos que he tenido en lo creativo; y lo siento por que al igual que en el mundo de piel, han sido otros los que han pagado mis necedades, en el mundo de palabras lo han pagado mis ilusiones.

Mi de repente tiene un nombre, se llama Maduixeta y AtHeNeA. Gracias por haberme cambiado sin pretender hacerlo. Gracias por ayudarme a confiar más en mí, al impregnarme en vuestra confianza.

Gracias, haré todo lo que esté en mi mano para que vuestra complicidad no caiga en el olvido.

Nino

domingo, 22 de febrero de 2015

Mi relación con la escritura es tan vieja como arisca



La siempre atenta Carmen Magia, me escribe en su más reciente comentario “(...) creo que no te valoras tal y como eres; pero yo sí veo lo que te digo :)”.

Me cuesta explicarle lo que siento tras leer su renovada muestra de aprecio; y más hacerlo en un comentario, donde temo que mis palabras son siempre excesivas, al no acomodarse a la extensión del comentario recibido.

Aunque, quizá podría resumir ese sentimiento de descontento con mi actitud en esta frase: Mi relación con la escritura es tan vieja como arisca.

 
Jozef Israëls An Old Man writing by Candlelight

No me gusta el determinismo social ni vital. Malvivo con él a diario; por lo que lo esquivo como degustador de sueños ajenos y lo evito en mis ensoñaciones. Cuando escribo voy a donde mi imaginación me lleve; da lo mismo que sea en una entrada para el blog, un cuento o una novela: mi punto de partida es un paseo de la mano de una idea, más o menos difusa, que me acompaña hasta que se va; normalmente sin un adiós y, ocasionalmente, con una sonrisa.


Hasta que no acabo de escribir no sé qué voy a contar ni cómo lo voy a hacer. De ahí que muchas veces evite corregir lo que escribo: no por soberbia o una seguridad fallida, es que me gusta leer las impresiones que capté en ese paseo y observar su reflejo, que  varía con cada nueva lectura. Al releerme, mi imaginación me sorprende, me atrapa y hace fiel disfrutador de quien he dado en llamar “Nino Ortea”.


El diálogo con mis gustos y disgustos lo tengo más que cubierto cuando escribo; el problema llega con el proceso comunicativo de mis textos.

Ésa es la parte donde dudo de mi valía, pues soy consciente de que fallo en algo básico. A mis casi cincuenta años, no es explicable mi eterna condición de escritor novel si no acepto mi insolencia vieja: descaro que me ha ayudado a irme con frescura de donde no se me ha respetado, soberbia que me ha cerrado más de una puerta y muchos corazones.


Puedo culpar a la legión de timadores y robaperas que infestan el mundillo del Arte de mi casi nula presencia en proyectos culturales; sé que si fuera menos papá consentidor y más padre putativo de mis hijos creativos, ahora engrosaría el plantel de mediocres que se sienten algo por participar en la nada; pero ante todo me consta que el que yo, Nino, sea un ferviente admirador de “Nino Ortea” no me ayuda a depurar lo que escribo de aquellas partes que sólo obedecen a mi capricho, o que únicamente funcionan en mi mente.

Por suerte hay personas como Carmen que leen a “Nino Ortea” y le comentan a Nino lo que sienten al hacerlo.

Por suerte no estoy solo.

sábado, 21 de febrero de 2015

Rubén Paniceres on Steranko


Heroes are tired


Jim Steranko is an unquestionable architect of brilliant graphic images, and at the same time a modernizer of the way heroes appear in comics.

The artist gave a new focusing to the one-dimensional Marvel universe, crowded with seraphic paladins whose main quandary was trying to get their dream girls’ attention. He brings the awareness of the loneliness and unavoidable failure that present-day men go through.




His Nick Fury, Agent of Shield’s depiction goes beyond a James Bond hyperbole. Nick Fury lives out his adventures in a United Sates where the future is today. A Brave New World, which exhibits with baroque pop images, a landscape full of ornery citadels colonized by dadaism machinery, lustful apartments, neon mirages, cars emulous of space-ships, and many different gadgets. But, beyond all this paraphernalia that seems to proclaim the progress’ success, Nick Fury will uncover the face of assorted atavistic menaces.



The fascist Hydra faction, immortal and prolific, invades gigantic splash pages, where the disciples of wrath, yelling Hail to the iron dream of barbarity, increase to infinity. Evil is an enigma camouflaged behind a Celtic ghost’s semblance; hideous extra-terrestrial menaces appear disguised as apollonian archangels; prophets of eugenics bear a resemblance to both doctors Mengele and H. G. Wells’ Moreau. Or as an impenetrable arcane ruled by the signs of the zodiac, we face the demiurgic assassin Scorpio.
 

 But the most devastating aspect displayed by Steranko is illustrating Fury unable to save, nor even to understand, the ignored tragedy of a loser who, victim of fate, blows up while trying to speak with the ones he loves at a grimy telephone-box. Being unable to shelter the man in the street, the hero’s mission has no use, and the idea of leaving the stage prevails. The idea of getting that card Captain America reads at a fortune teller in a fair of darkness full of nightmares: “Tomorrow you live. Tonight I die”.



This trilogy, where he sketches with iron and sublime hand the masked titan’s crisis, is one of the best moments in Steranko’s career. He is a virtual stranger in a foreign land, prisoner of guilt, isolation and solitude. His only way out, as in an alchemical process, is dying, in order to revive and become, as Borges’d say, the other, the same. And this is the moral in Steranko’s work, the only way for a hero to live his life free is abandoning his mission.






As time went by, his graphic novels become portraits in noir form, Red Tide and Outland, where we’re introduced to detectives and futuristic sheriffs who understand their setting is poisoned by corruption and lies; therefore the only option left is throwing the badge, and walk from shadow to light.

But, first, they are to fight the final battle against the masks of iniquity. Their main aim isn’t changing the state of things, but recovering a quality in disuse today, dignity. The American author gives us a great ethical lesson that –in these times where almost everybody pacts with infamy– should make most of us meditate.



©Rubén Paniceres.
 


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